"Todo es horrible o terriblemente bello"
La infelicidad nace generalmente de algún tipo de bloqueo o resistencia emocional, ya sea consciente o inconsciente. Esto nos impide aceptar las cosas y superar nuestras dificultades.

Esta es una entrevista a Julio Cortázar, realizada por José Julio Perlado el 24 de mayo de 1983 en Madrid:


Hable de su primer recuerdo literario, de su comienzo si es que resulta ubicable.


Julio Cortázar: Es el atardecer y tengo ocho o nueve años; escribo un poema para celebrar el cumpleaños de un pariente. La prosa me cuesta mucho mas en ese tiempo y en todos los tiempos, pero lo mismo escribo un cuento sobre un perro que se llama Leal y que muere por salvar a una niña caída en manos de malvados raptores. Escribir no me parece nada insólito, mas bien una manera de pasar el tiempo hasta llegar a los quince años y poder entrar en la marina, que considero mi vocación verdadera. Ya no hoy, por cierto, y en todo caso el sueño dura poco: de golpe quiero ser músico, pero no tengo aptitudes para el solfeo, y en cambio los sonetos me salen redondos. El director de la primaria le dice a mi madre que leo demasiado y que me racione los libros; ese día empiezo a saber que el mundo esta lleno de idiotas. A los 12 años proyecto un poema que modestamente abarcara la entera historia de la humanidad, y escribo las 20 paginas correspondientes a la edad de las cavernas; creo que una pleuresía interrumpe esta empresa genial que tiene a la familia en suspenso.

Digamos que gana la batalla. ¿Que le deja esa victoria?


Julio Cortázar: Para empezar: horror a todo profesionalismo, incluso hoy sigo viéndome como un aficionado, alguien que escribe porque le gusta y no porque tiene que escribir. De ahí los defectos posibles: falta de planes, de esquemas, pero siempre preferiré esos defectos al aburrimiento del método. No por nada la temprana lección del jazz: lo improvisado es lo que queda, aunque nadie llega así nomás a la improvisación, y todo esta en ese ''aunque". Y la noción misma de la escritura: rechazo de la' 'originalidad" para lograr la naturalidad, que en ultima instancia es lo que abre paso a lo original. Mientras escribo leo mas que nunca, no tengo ningún miedo a las ''influencias"; en cambio me niego a hablar de lo que estoy haciendo y solo muestro lo terminado y corregido, creo que por superstición mas que por principio. Esa gente que te cuenta su novela antes de haberla empezado. En fin, a lo mejor peco por soberbia. Entre el sueño y la vigilia

¿Ha variado su forma de ''arreglar" los textos?


Julio Cortázar: Creo que con los años la cosa va cambiando; de joven escribía de un tirón y después ''trabajaba" el texto ya enfriado, pero ahora tardo mas en escribir, dejo que las cosas se preparen y organicen en esa región entre sueño y vigilia donde laten los pulsos más hondos, y por eso corrijo menos en la relectura.

A lo largo de toda su obra hay cuento, novela y regreso al cuento. ¿Llego a contemplar la posibilidad de repetirse?
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Julio Cortázar: Tengo la impresión de que si continuo escribiendo cuentos, esos cuentos no son repetitivos, o sea, que es un nuevo paso en algún sentido, a veces tal vez sea un paso hacia adelante, a veces puede ser una bifurcación hacia algún lado donde me parece que hay todavía posibilidades que yo mismo no he indagado, que no he explorado. Si no fuese así no tendría ningún interés, ninguna curiosidad por escribir cuentos.

¿Cuento o relato? Sus escritos de mediana extensión podrían caber en ambas clasificaciones.


Julio Cortázar: Yo creo que nadie ha definido hasta hoy un cuento de manera satisfactoria. Cada escritor tiene su propia idea del cuento. En mi caso, el cuento es un relato en el que lo que interesa es una cierta tensión, una cierta capacidad de atrapar al lector y llevarlo de una manera que podemos calificar casi de fatal hacia una desembocadura, hacia un final. Aunque parezca broma, un cuento es como andar en bicicleta, mientras se mantiene la velocidad el equilibrio es muy fácil, pero si se empieza a perder velocidad ahí te caes y un cuento que pierde velocidad al final, pues es un golpe para el autor y para el lector.

¿Está de acuerdo en que hablemos de una intencionalidad social en su obra?


Julio Cortázar: Claro. Pero cuando eso plantea el grave problema al que aludo en el prólogo a El libro de Manuel, que es donde ataque de frente el problema. Problema que consiste en tratar de conseguir una convergencia de la historia contemporánea, para llamarlo así, de ciertos aspectos de la historia y su convergencia con la literatura pura. Convergencia particularmente difícil porque en la mayoría de los libros llamados comprometidos o bien la política, la parte política, la parte del mensaje político, anula y empobrece la parte literaria y se convierte en una especie de ensayo disfrazado, o bien la literatura es mas fuerte y apaga, deja en una situación de inferioridad al mensaje, a la comunicación que el autor desea pasar a su lector. Entonces, ese dificilísimo equilibrio entre un contenido de tipo ideológico y un contenido de tipo literario, que es lo que yo quise hacer en El libro de Manuel, me parece que es uno de los problemas más apasionantes de la literatura contemporánea. Y me parece, además, que las soluciones son individuales, que no hay ninguna fórmula. Nadie tiene una fórmula para eso.

Las paradojas de sus narraciones, mas que responder a la realidad ''mágica" de América Latina, quizá hablan de algo mucho más sencillo: de un hombre con un amplio sentido del humor.


Julio Cortázar: Desde pequeño he tenido un gran sentido del humor y me acuerdo que siendo muy niño, tendría ocho o nueve años, me producía un gran asombro que en ciertas conversaciones de los mayores, en circunstancias en que todo hubiera podido arreglarse con una broma, con una respuesta llena de humor, todo el mundo se ponía trágico, todo el mundo se tomaba las cosas por el lado negativo.
En el mejor de los casos se hacían chistes, los argentinos hacen muchos chistes, pero no todos tienen sentido del humor. Y esto también puede aplicarse a la raza humana en general. En todo caso Argentina ha sido un país de humoristas individuales, como Macedonio Fernández, detraes de cuya metafísica se esconde un humor terrible.

Eso nos remite de nuevo a El libro de Manuel, que resulta un desafío contra lo absurdo de la realidad concreta.


Julio Cortázar: Es un desafío, pero no un desafío insolente ni negativo. Es un desafío muy cordial. Hemos visto que yo trato a los personajes con toda la simpatía posible. Por ejemplo a Marcos, el jefe de ese grupo de guerrilla urbana que esta un poco de vacaciones en Europa en ese momento. Y el mismo discute con sus amigos, si no este problema, problemas paralelos. Yo no los atacaba, muy al contrario. Si hubiera tenido ganas de atacarlos no habría escrito la novela. No sólo no era un ataque, sino que era una tentativa de ponerles en el bolsillo un libro que tal vez los hubiera ayudado un poco.